domingo, 10 de agosto de 2008

Sobre la Paranoia





I


Siempre fui tan íntimo de la paranoia


como si esta fuese mi escucha


durante los insomnios



II


La mirada, el ojo con láser: la paranoia


y también Dios desde arriba controlador,


como la poli, el híbrido gendarme (gen. de. arma.),


y la militarización del ser humano,


la necesidad de control y ser controlado:


tal vez una herencia de la más tierna infancia


a la que algunos responden agasajados descorchando un brindis


y otros repudian, no sin la ambivalencia de aquellas cosas


que nos marcan desde el chupete y la crianza


y que entonces hacen zig zag con ese peso en el alma


que generan las contradicciones.


También paranoia en,


el mito del Gran Hermano fraternal, hermanito (justo 1984),


la moda: los carteles publicitarios con hombres y mujeres del tamaño de un barco


que nos miran por ejemplo desde lo alto en la avenida Córdoba


con esos ojos siempre verdes maquillados y de una lucidez inexistente;


y también el internet, que generosa conecta los pueblos


pero también fulgura identidades y las crea en filos delgados de realidad y ficción.



III


Siempre fue así, la calle me observaba


con miles de ojos que brotaban de las baldosas,


y en esos momentos la gente emitían sonidos


con sus bocas que poca relación guardaban con


un mensaje limpio y guardado;


los animales eran de una carcinería


genuinamente desbocada


y las mujeres, de una perfidia incontrolable.



IV


Paranoico en todos lados: el lugar


más cercano y más alejado del magnetismo


de lo oculto y recóndito: las emociones.











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