No tengo límite, no tengo freno: soy tren
sin maquinista ni nada,
no detengo, no puedo, no quiero,
por las vías voy sin control, derrapando
en las curvas para chirriar el sonido del metal.
Soy un salvaje, un animalito: un perro.
No pienso, habito las coordenadas del instinto reflejo,
me acoplo sin control, me revuelvo por un puñado de prendas
el aire se me agita, la respiración entrecorta,
me reúno con la naturaleza en lo que tiene ella de primitivo.
Y en la sangre,
redoblo la apuesta,
que voy a comerte toda.
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