Cuero, vela y ansiedad de la semilla
recién puesta sobre húmeda la tierra
esperando frondosas copas, puesta ser
sombra y refugio del transeúnte sólo,
pero también del que va del brazo ajeno a bañarse
por pasos, sombras debajo de los pies
en caminos húmedos, de tierra.
Y después;
Yo, tu hombre sin conjugaciones vestidas,
desnudo tu hombre, llenándome las palmas
del nombre tuyo, mujer desnuda, mi mujer
de nudos arrastrados, preñada de amor, mi mujer
por yo este hombre embarazado en tu mirada,
pariendo los hijos de mi poesía a través de tu boca.
Tronco, madera, dureza y las líneas de la corteza
enmarcando en actitud luminaria un centro, brote
y raíz: esencia y fe no prestidigitada sino genuina,
en el ritmo y pulso marcado en manos
de parche repicado esperando veranos que
por el amplio surco de línea y universo
nos otorguemos también a la tierra en deseo.
Y después;
Mi hembra y cachorra de la luna y la lluvia,
mi mujer, y yo acá tu hombre y cahorro, puesto
en zapatos y espalda dispuesta y derecha o recta
para vos alimetarnos de lo fresco y límpido del mundo,
donde yo tu hombre y vos mi mujer
nos envolvemos sin enlazarnos.
1 comentario:
sí, así es... las poesías no juntan gente. pero por lo menos hacemos lo que nos gusta
un abrazo, loco
muy bueno lo tuyo eh!
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