Toda su vacuidad, su poder estrépito y atormentador
para hacerse invisible y colarse por las figuras conocidas
como si fuese un nudo que desliza en la soga
a la manera de la corbata: peso denso sobre el cuello
angustia indómita manchada sin lenguaje;
y sobre todo tan traidor: cuando rasguña por detrás
mientras uno anda verdeando por la vida.
Algo bueno tendrá supongo, quiero decir, el miedo,
quizás el abrir los ojos, de ese sacudón conmover
la realidad para mirarse los pelos de los pies y decir:
"ah, yo estoy acá, mirame y me miro"
un doblez de la conciencia, saber el estado etílico
o de veneno que surca por dentro.
Endiablado y persistente en actitud mosca oscura
timorato, estúpido timorato
(¿yo o el pronombre de la primera persona?)
agotante, chirriante, entumecedor ágil
que los días y mañanas densifica dolorosamente.
Ningún deseo más fuerte y estruendoso
que el de reventarlo
con un impulso viajero desde mi corazón.
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