Sí quiero, mundo vida y pájaros con plumas
de color chocolate sobre y dentro mis bocas
y las tuyas: del estómago con que te como;
y la de la lengua con que te alimento. También,
sí quiero que vos me urdas y untes con las rugosidades,
que tengas, donde las tengas a mi piel radiadora
de hombre que te protege y desea con un color parecido
al fuego que desprende la candidez anaranjada
de una hoguera en la plenitud de su viaje.
Sí quiero, (todo eso que no imaginaba, nunca imaginaba)
que eso con vos es potencia, plenitud, un tallo
desenredándose entre los espacios de aire,
que invisibles forman lo que será un huracán y remolino,
un paisaje pacífico, verde y casuarinesco que
guarda en la casualidad un hecho como diamante preciado.
Sí quiero, mi dueña del amanecimiento, mi
más profunda dueña de mi canción, poesía y
todo mi ser. Sí quiero, con vos, sí quiero.
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