Podría hablar de vergas duras
en un lenguaje asequible,
pero la verdad es que no tengo ganas
de hablar así tan a ligera
de tetas, conchas y culos.
Prefiero ocultarlo todo,
hacerlo lejano.
No divertir a nadie tan gratuitamente,
aunque resulte tan redituable
y gratificante,
aunque sea la causa del vitoreo,
del apabulle, del aplauso.
Pertenezco quizás a otras generaciones,
en estos estados de ánimo
y quizás prefiera hablar
de la movilidad de los dedos
- tema que me sensibiliza notablemente -
y de organos sexuales estimulados
por determinadas pasiones
que difícilmente sean explicables
por el lenguaje.
Será que la visión que vivo
está cargada de metáforas,
que en los ojos se me trasulcen
colores,
olores,
tus manos,
tus besos.
Pero no. No es
el momento de divertir
hablando de vergas duras,
sino de besos tiernos.