Cuestión de creer que el árbol y la planta
la arena, la piedra y la montaña, tienen
pies y hasta harán callos cosquillas;
y un ala les crecerá a los costados, o dos.
Cuestión de fe por fuera de la palabra,
fundida y cotidiana como abrir y cerrar
la puerta, poner la llave, mirar la calle;
hay que mirar bien y ver que lo distinto
también es lo cotidiano, que la misma cara
del dado recibe un vulnerable o un valiente
y que en dos ríos, nunca habrás de bañarte, dos
veces.
Fecundas formas de la esperanza no acostada,
ni en cama grande, ni colchón oxidado y flojito;
sino más bien agil inquieta movediza huidiza. Esa:
la de los hechos sin hache.
Vivir: cuestión de eso, de tantos, de confiar
y entregarse como andar suelto desmochilado
como un transeúnte vaivenero que quizás sólo
pase sin que aquellos se enteren. Si en ese tren
o mobiliario va una fe, ya no importa, será todo
cuestión del correcto vínculo con el tiempo.
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