miércoles, 15 de abril de 2009

Velando





Y entonces a veces,

simplemente me siento destrozado,

es la oscuridad sobre la negritud

y nada entiendo;

y la ira se me desborda por la piel,

me la rompe, me desangra

y ya no tengo pelaje que me acompañe.

Soy desnudo frente a nadie, frente a mi

corriéndose la sangre está por adentro

y mi cabeza que late como

la entraña de los caballos al galope.


La muerte es una inminencia de la que no me puedo deshacer

y se transforma en obsesión que amanece y pernocta.


Y la rendija, punto nodular no se encuentra ni se nota

sólo en (de vuelta vamos) la piel de lagartija

escamada y dolorosa con la que me dieron nacimiento.


Soy esto hoy

y mañana no;


mientras sigo buscando la puesta de luz

del velador que cuando duermo

me da calor.

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