miércoles, 4 de febrero de 2009

Que es la noche sin el tiempo




Me paro en el centro


de un punto oscuro


a un lado,


la orilla de un charco reflejando


la luz de una ventana aún encendida


al otro nada,


pero yo te imagino


bajo un árbol cubriéndote


de una tormenta aún no avisada


y también te reís como una nena.



Alguien se me acerca y me pregunta


por el tiempo,


por el espacio


yo no puedo sacar mi atención de vos


a punto de quedar


empapada y fría;


te veo acurrucarte


entre tus brazos.



Yo respondo


que el tiempo es esto


y le muestro la palma de mi mano


y que el espacio


es lo que hay


entre ella y yo.



Tu mirada se ha puesto en mi


y algo me incomoda,


veo tus labios pidiéndome


que te abraze


pero no


distingo de mis ilusiones.



¿Existe el final feliz?


Miro arriba y digo,


que me alimente


el deseo dl creer


que existe,


y me acerco a vos.



Que el deseo


me dé al paladar


la idea (poco ingenua)


que puedo barrer la historia trágica


y adosado a tu piel


que nunca


te quieras escapar


de mis labios.



Comienza a llover


y un gato corre,


pone sus patas sobre el charco


y dictamina


sobre él un espejismo:


la luz no es uniforme, me digo


y entiendo aquello


del cristal con que se mira.



Me mojo un poco


y me acerco a vos,


que casi temblás.


Te cubro y te miro


Se me escapa



la pregunta:



¿Querrías hacer el amor conmigo


por un siglo entero?

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